Por qué celebrar tu luna de miel en invierno
La mayoría de las bodas se celebran en las épocas más cálidas del año, en el período que empieza a finales de primavera y termina a principios del otoño, porque es el mejor momento para que todos tus seres queridos consigan uno o dos días libres para acudir, y porque la temperatura se presta a celebrar. La luna de miel resulta paradisiaca gracias, de nuevo, a este tiempo tan agradable del que se puede disfrutar durante estos meses.
Sin embargo, embarcarse en una luna de miel en otoño e invierno no es una idea descabellada y, es más, puede tener muchas ventajas. Si estás todavía decidiendo la fecha de tu enlace y de tu viaje de novios, para un segundo y lee por qué viajar en las estaciones más frescas del año puede llegar a ser mejor de lo que piensas.
Resulta más económico. El precio de los billetes de avión se dispara durante las temporadas altas, superando hasta tres veces el precio de un ticket en un día cualquiera. Si ahorras en el vuelo, puedes emplear ese dinero en otros placeres, como disfrutar de una habitación más grande o con mejores vistas, regalarte caprichos en restaurantes o hacerte con souvenirs que no contabas con llevarte. Además, también los hoteles varían su precio dependiendo de la época del año. ¡Todo son ventajas!
Es más tranquilo. No hay nada más estresante que una ciudad repleta de turistas que llenan las calles y te hacen esperar interminables colas en los restaurantes. En temporada baja, no tendrás que esquivar a hordas de gente ni esperar para sacar una fotografía a un monumento sin que se te pongan diez personas delante. Podréis disfrutar de la ciudad para vosotros solos, en todo su esplendor.
No te asarás de calor. Sí, el frío puede ser muy duro, pero tienes la opción de luchar contra él abrigándote bien. Del calor difícilmente se puede huir, y no hay nada peor que caminar bajo un sol abrasador. Es molesto porque se suda, resulta agobiante y hace que estés más cansada. Pero no sólo eso, entraña el peligro de sufrir una insolación, quemarse la piel y marearse, con lo que es necesario que te cubras la piel con crema protectora y te hidrates continuamente. Esta es una preocupación que te quitarás de encima viajando en estaciones frescas.
Es una desconexión de la rutina. Muchas parejas aprovechan los días libres que se conceden tras el matrimonio para su luna de miel y, además, los unen a las propias vacaciones que les corresponden durante el verano. Esta es una idea estupenda, pero es mejor aún tomarse unos días de descanso en medio del torbellino de trabajo y de la rutina del otoño y el invierno, cuando apenas unos pocos días festivos nos permiten relajarnos y reencontrarnos con nosotros mismos y con nuestra pareja.
La nieve también tiene encanto. Tenemos la idea de que las vacaciones perfectas se dan en una playa de arena rubia e interminables aguas turquesas, y descuidamos otros tipos de belleza que también son muy disfrutables a la hora de viajar. Unas montañas nevadas, los colores rojizos y anaranjados de los árboles en otoño, el olor de las chimeneas de las casas de campo o los mercadillos que proliferan en las calles las semanas previas a la Navidad son cuadros tan o más hermosos que un típico escenario tropical. ¿Qué mejor que tu luna de miel para aprender a apreciar este tipo de experiencias inigualables?
También podría interesarte